miércoles, 7 de diciembre de 2022

martes, 21 de julio de 2009

Estreno página web

Aunque sigo tan caótico como siempre y el concepto de "archivo" en mi caso es una entelequia utópica, me he animado a montar una página web con algunas galerías de fotos. De momento solo he metido algunas cosas para probar tirando de lo más inmediato. Prometo (con los dedos cruzados detrás) que más adelante iré ampliando y subiendo cosas.







domingo, 22 de marzo de 2009

Ranas verdes







La más común de las ranas por aquí, bastante más grande que la meridional, se aparta menos de la charca. Es la Pelophylax perezi, y es bastante agresiva por la noche con las ranitas meridionales cuando cantan en la charca. Croan desesperadamente y se acercan a ellas expulsándolas. Al croar, al contrario que la meridional que hincha el cuerpo entero y luego una bolsita en la garganta, la rana verde común hincha dos graciosas bolsas en la zona timpánica. Para mi es bastante relajante verlas evolucionar nadando braza o reposando sobre los lechos de carófitos. Este año se han multiplicado las ranitas meridionales que nos llaman más la atención por ser una especie más vulnerable y sus costumbres arborícolas, pero no se puede negar que "las Pérez" aunque parezcan más vulgares no están exentas de belleza. Haz "click" sobre las imágenes para verlas en el tamaño mayor para el que han sido optimizadas.

martes, 24 de febrero de 2009

El sueño de las Ranitas Meridionales



Tenemos la suerte de tener una animada colonia de ranitas meridionales (Hyla meridionalis) en nuestra parcela. Es una especie de microrreserva donde conviven con la Rana verde (Pelophylax perezi) y parece que están muy cómodas por el momento.
De día las ranitas arborícolas se reparten por todo el campo, suben a los olivos, al laurel, a postes y todo tipo de plantas y duermen un sueño pequeño y agazapado, agarradas a su hábitat arvense. Cuando se acerca la noche y el sol se pone, empiezan a desperezarse y se mueven entre las ramas y pronto van al suelo pegando saltos hacia la charca que puede estar a unos 20 y hasta 50 metros. Una vez allí todas reunidas como si se tratase de un club nocturno comienzan a croar. El canto de la Ranita meridional es uno de los más fuertes de Europa. Os aseguro que estar al lado de una charca con unas 20 ranitas de éstas es ensordecedor y eso que solo tienen el tamaño de medio dedo de la mano.


La ranita meridional es una especie protegida (o debería). Los anfibios están en retroceso (como tantos otros grupos), pero me imagino que ellas no lo saben. Así que pegan cada día su cabezadita pegadas a las ramas de olivo y a la eneas en la charca escuchando las máquinas y los coches, los aviones pasando y el rumor de los planes de urbanismo. Es como la venida del famoso asteroide. La cuestión no es saber si llegará su fin, sino cuándo. Porque todo se transforma a nuestro alrededor y al suyo. Mientras tanto, sigue el sueño de las ranas, su deambular por su microuniverso y su canto fugaz. Ojalá las podamos tener mucho tiempo.

sábado, 28 de junio de 2008

Frailecillos de Escocia




Si los frailecillos se atiborran de pequeñas anguilillas de arena es que las cosas van bien. No sé si me produjo más placer fotografiarles y contemplarles en su incesante viaje del mar a la madriguera o comprobar que muchos llevaban pescado y no se trataban de una o dos "sand eels" sino hasta quince o más. Cada año es una nueva aventura. Se repiten ciclos, como ritos, pero nunca dos años son iguales. Esa mezcla de fenómeno esperado pero con un cierto grado de impredictibilidad hace de cada primavera y verano, de cada estación de cría un suceso que merece la pena frecuentar y repetir. Una auténtica feria para el observador de aves.

sábado, 19 de abril de 2008

Trabajando como hormiguitas



Las fotos corresponden a las inmediaciones de la boca de un nido de Messor barbarus, incansables recolectoras de semillas. (Para moralejas, en lugar de los escritores clásicos de fábulas que hablaban de la incansable labor de la hormiga almacenando y su recompensa, prefiero la versión de "Santa" personaje de "Los lunes al sol".) Messor es muy frecuente. En los campos ricos en gramíneas, una vez que avanza la estación cálida, rodea el nido de restos de glumas y ese agujerito rodeado de pajitas amarillas es una de las imágenes que asocio a mis veranos de niño en los suelos secos de esta región mediterránea. Es una especie polimórfica con obreras de varios tamaños, siendo las más espectaculares las de cabeza y mandíbulas grandes, los "molinos" (capaces de triturar grano) o soldados. A pesar de su terrible aspecto he observado que los ejemplares de Aphaenogaster cercanos (menos espectaculares y con menos mandíbula) son bastante más agresivas y decididas y le arrebatan a éstas los pequeños trofeos que pueda haber en la zona de exploración. Una mañana la pasé disponiendo migas en areas limítrofes y cada vez más cercanas a las bocas de ambos nidos y el territorio de Messor se redujo a unos centímetros alrededor de su boca, mientras que Aphaenogaster controlaba toda la superficie y se llevaba migas desde casi al lado del nido de éstas. Ya sé que a la mayoría de la gente las hormigas no les atraen, les parecen poco vistosas e interesantes. Soy un poco raro y las prefiero a las mariposas. Fotografiar hormigas en general, pero este género en particular, tiene algunas dificultades. Messor brilla como el charol y refleja todas las luces con tremenda fidelidad, como un espejo de obsidiana. Esa tarde, tirado en el suelo cerca de un campo de cultivo, jugué a mover las luces ayudado de un flash y seleccioné las imágenes que, teniendo un ligero contraluz, parecían reflejar mejor el ambiente soleado y veraniego en ese suelo seco que siempre he asociado a esta especie. En la primera foto, un ejemplar grande sale del nido rodeado de otras obreras de morfotipo menor. En la segunda, muy cerca de la boca del nido, que se ve al fondo, un grupo parece cantar una borrachera. En realidad se trataba de una inmovilización de la hormiga del centro que llevaban a cabo todas las obreras que se acercaban, a veces formando grupos de más de seis o siete. (PULSA sobre las fotos y las verás en grande, en el tamaño para el que han sido optimizadas)

viernes, 21 de marzo de 2008

Más sobre gorriones



Esta vez ya no en la ciudad, sino tomando un baño en el campo. El gorrión y la gorriona disfrutando de uno de sus escasos finales de invierno, bañándose rodeados de piedras, eneas y ranas. Y yo escondido un buen rato solo para verles. Qué especie de voyeur estoy hecho.