jueves, 6 de septiembre de 2007

Un instante de paz


(Haz click para verla en grande)
De los pocos momentos en los que me he metido en el hide este verano, estos instantes fueron de los más plácidos. Un par de depredadores humanos enormes (el Adolfo Ventas y yo), armados con sus aparatos metálicos electrónicos diseñados por su especie ocultos para no revelar su aterradora presencia a estos bichos. Tranquila, confiada, pausada, rodeada de luces cambiantes mientras caía la tarde del último día de Julio. El aire plagado de libélulas doradas por el sol y un silencio solo turbado por el piar esporádico de las cigüeñuelas y por nuestros clics (esta vez sonido canon, algo más amortiguado que los clics sonoros de mi nikon).

Cuando más bellos eran los reflejos en el espejo de agua, revelando las eneas de las orillas, una de las libélulas se posó en las plumas de la cola de la cigüeñuela y permaneció allí, subiendo y bajando con el andar y picotear suave y rítmico del ave por quizás un minuto antes de volver a unirse a la nube dorada que nos cubría.

La sensación de no ser, por un momento, la causa de una terrible turbación en el comportamiento de los animales es agradable y parece transportarnos a tiempos míticos. Sin embargo, he de decir, que estas avecillas tan estilizadas cuando se enfadan son algo que te pone los vellos de punta. No dudan en atacarte si te acercas a sus pollos gritando como posesas.

2 comentarios:

Marmorlu dijo...

Hola Carlos, se agradece tu post... ya era mucho protagonismo para el "salido"... je, je.
Preciosa foto.
El detalle de la libélula es de nota !
Ahora queremos ver algunas nórdicas.
Andaaaa, no seas vago.
Un abrazote.

João Soares dijo...

Estimado Carlos.
Parabéns pelo blogue.
Incluí-o no meu Dossier Fotografia da Natureza:http://bioterra.blogspot.com/2006/11/dossier-fotografia-da-natureza.html
Espero uma visita sua ao BioTerra e comentários.
Abraços