martes, 8 de mayo de 2007

Una historia de amor 1

Hablemos de algo diferente al sexo (¿o no?). Llevo un tiempo observando a unas gaviotas picofinas (Larus genei) que viven formando un pequeño grupo en la zona en que vivo.
Es una especie amenazada, de distribución mediterránea con puntos localizados de cría donde se reúnen las pocas parejas que viven en la Península. Este grupo que observo no tiene más de unas pocas decenas de parejas y es frecuente verlo agregado en esta época. Aquí vemos a una porción importante del grupo bien apretaditos escudriñando las aguas de una salina para comer. Se dedican a mirar y picotear a gran velocidad, tal vez buscando Artemia. El hecho es que muchos adquieren un color rosado pálido en la zona del cuello y buche que tal vez se deba a la pigmentación que Artemia a su vez adquiere de las microalgas que come (Dunaliella). Corrijan mi suposición si no es cierta.
Esta es la primera foto que les dedico, mostrando como se enfrentan a su alegre aventura de sobrevivir en grupo, aunque sea en un grupo de solo medio centenar. En el seno de estos grupos surgirá el amor, que debe ser parecido al que tú lector o lectora tendrías si tras un cataclismo nuclear solo quedarais con vida los concursantes de un par de programas de supervivencia en islas. Aquí estáis, comiendo como locos.
Ya os subiré más fotos que continúen esta historia otro día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Resulta curioso el gesto de todas mirando hacia el agua atentamente, o la artemia estaba despistada o en ese local las tapas se sirven con cuentagotas.
Lo del cataclismo, mejor que no, preferible mas variedad de opción.
Bien hallado Carlos.