(click y lo ves mucho más grande)
Este macho, sus amigotes (éstos últimos solo vienen cuando hay comida) y la fiel gorriona (que está siempre en casa) son animales domésticos. Hacen gran parte de su vida en mi terraza y comparten desayuno conmigo. Los veo mucho y casi nunca los fotografío. Tienen una percha favorita orientada al Este (mejor dicho, orientada a los satélites de comunicaciones Astra) y por las mañanas les da el sol naciente en el pecho, como se ve en la imagen.
Les ponemos agua y de vez en cuando algo de comida, pero quizá el mejor premio es que les dejamos su terraza tranquila casi todo el día, sol, agua, plantas y silencio. Ellos se encargan a menudo de romperlo con sus querellas, especialmente cuando hay un poco de comida y viene la pandilla de amigotes del barrio que son unos impresentables. Tenemos la esperanza de que aniden allí. Desde luego la gorriona es la más asidua. Pasa horas reposando en el respaldo de las sillas o en los hierros atravesados de la mesa. El cernícalo del edificio de enfrente lo sabe y hace patrullas de vez en cuando, rozando la terraza. Como veis tengo un espectáculo diario todas las mañanas mientras desayuno. El hábitat urbano consta de aparatos de aire acondicionado que sirven de repisa a los cernícalos, un bosque de antenas de todo tipo que hacen de posaderos habituales, macetas, rincones, alguna miga olvidada de los bocadillos de los niños en el patio del colegio... y nosotros, ajetreados y siempre presurosos, decorándolo como peces de acuario.
domingo, 13 de enero de 2008
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2 comentarios:
Carlos, juraría que tu no tienes gato.
Aguda y certera observación, amigo mío. Puedo confirmartelo con estas líneas.
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