Siesta en Donna Nook

Esta foquita gris del Mar del Norte recién nacida duerme la siesta bajo el tenue sol de Diciembre en Lincolnshire. En su cuna de arena y viento frío y húmedo. Para hacer la foto tuve que meter la mano derecha un rato en el bolsillo del forro polar para recuperar el tacto. Me tumbé a unos pocos metros y contemplé un buen rato como se le movían casi imperceptiblemente los pliegues de la nariz. Hace tiempo que cuando voy de viaje (siempre con la cámara) me doy cuenta de que debo hacer un esfuerzo para mirar el mundo por fuera del visor. Es la costumbre, incluso cuando no estoy mirando por el visor físicamente estoy imaginando todo lo que me rodea metido en trozos rectangulares de 3:2 y luego, cuando veo algo interesante, es como si viera algo lejano por la tele, a través del objetivo de mi propia cámara. Por eso me quedé un rato tumbado sin mirar por la cámara, hasta que logré sentir como respiraba tan cerca, como un bebé dormido (es lo que es al fin y al cabo) e hice un esfuerzo por vivir un poco la situación. El peligro de no mirar por el agujerito ese del visor es que empiezas a darte cuenta de que te duele el cuello y la espalda o que tienes bastante frío... la vista deja un sitio al resto de los sentidos y se acomodan mandándote información del entorno más allá del consabido 3:2 y composiciones, que si el sol viene de allí o si entra un fondo u otro y todo el rollo. Aunque lo que un desmemoriado como yo se lleva a casa son imágenes en lata, como ésta, lo que realmente merece la pena recordar es esa vivencia.

(Haciendo click se abre la foto en grande).
La foto la hice el día 1 de Diciembre. Imagino que para Navidad esta foca, si vive, será ya gris y dejará ese pelaje blanco para siempre. Dicen que la esperanza de vida de una foca gris hembra es de unos 35 años y de un macho unos 25. En ese tiempo volverán a Donna Nook para Noviembre a buscar pendencias y amoríos y nacerán unas 1000 foquitas como ésta cada año. Es realmente su gran fiesta anual.